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Cuando el mundo está en guerra seguimos escribiendo

  • Foto del escritor: Brandon Finol
    Brandon Finol
  • 27 jun 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 2 jul 2018

“Los archivos del Pentágono” film de Steven Spielberg.

The Post, póster oficial de la película

—Tantas vidas inocentes pérdidas para nada, una guerra ficticia con quién sabe cuáles fines, el hombre en su más infame capacidad, ese joven tenía su vida resuelta y por la presión social, una mentira de un gobierno de turno, nefastamente murió. Desentraña con saña su opinión, una dulce señora y apasionada por la vida, mi tía, al ver las primeras escenas del filme The Post: Los archivos del Pentágono del cineasta estadounidense Steven Spielberg.

Desde una pequeña pantalla plana ambos vemos esta ópera desde dos puntos de vista completamente opuestos, ella de 63 años y con toda una experiencia vivida, con costumbres y hábitos hechos. Y yo, un joven divergente, muy niño para ser adulto y muy adulto para ser un niño y enemigo de la barbarie, de la violencia como defensor y la vanagloriada marginalidad latinoamericana.



El rol principal

La oscuridad de la habitación va matizando, como filtro de snapchat, cada escena de la película, haciendo de ella un largometraje más profundo y sobrio de lo que ya es. No muy bien pasan los 5 minutos de la película y ya el Secretario de Gobierno de Estados Unidos oculta información y comunica a la prensa su falso optimismo sobre las perspectivas de ganar la guerra de Vietnam en el 66. Luego de un informe presentado por Dan, un corresponsal de guerra que trabajaba en la Corporación Rand, aquí es donde realmente comienza la película, con el hurto, ¿se podría llamar de otra manera?, de unos documentos clasificados y altamente secretos de Seguridad Nacional, que más tarde serán devueltos, pero claro, públicamente.


Estos documentos son publicados, en una pequeña parte, por el periódico The New York Times exponiendo a la opinión pública un estudio sobre la guerra de Vietnam y el encubrimiento de más de 40 años y cuatro presidentes en la participación de Estados Unidos en ella. Lo que llevo a Maryl Streep como Katherine Graham, la primera directora de un diario estadounidense (The Washington Post) y a Tom Hanks, como su editor jefe, Ben Bradlee a una batalla legal, política y social entre periodistas y el gobierno del presidente Nixon por la libertad de prensa y el derecho a conocer grandes secretos de la Nación.


Katherine Graham (Maryl Streep) y Ben Bradlee (Tom Hanks)

La receta agridulce

PAUSA.

«Es hora de cenar».

Si para el plato principal preparamos una receta al Óscar (Los premios de la Academia) fácilmente podemos encontrar estos ingredientes:

- Una dirección impecable de un excelente cineasta, 1 Kilogramo de Steven Spielberg.

- Le agregamos una buena porción de grandes nombres y un reparto de renombre. 3 Kilogramos de Maryl Streep, Tom Hanks, Sarah Paulson, Bob Odenkirk, Tracy Letts y otros excepcionales talentos.

- Una pizca de tinta, con un guión lleno de diálogos y una elocuente y fácil comprensión de los hechos.

- Añadimos una fotografía y planos llenos de espectáculo visual de las rotativas, el proceso de prensa, distribución y las salas de redacción. Al gusto.

- Y finalmente, un toque de un valioso alegato a favor de la libertad de prensa y el derecho a la verdad.

Lo que garantiza una nominación a tan destacados premios, pero una receta de sabor agridulce. Por una parte dulce por tantos buenos nombres que generan grandes expectativas y por otro lado el agrio sabor que deja deseando ver más.

No deja de resonar en mi cabeza mientras veo esta ópera aquella frase:

«El conocimiento es poder y el poder da libertad»

Y, aun cuando el mundo está en guerra seguimos escribiendo porque ese es el deber del periodista.

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